jueves, 22 de julio de 2010

¿Cómo está hoy la democracia en Bolivia?


La democracia en Bolivia está mal y todo indica que pronto afectará negativamente la vida de todos los bolivianos sin distinción.

Está mal porque el camino escogido por la mayoría en las urnas ha sido una Constitución Política del Estado que, de manera inédita en el mundo, no mereció la discusión de ningún artículo, que contiene los elementos de la descomposición del Estado boliviano, y que recién empieza a ser instrumentada -tomando casi desprevenida a la población que por lo general ni siquiera sospecha sus alcances- por un gobierno con vocación claramente autoritaria, revanchista y vengativa, que controla todos los poderes del Estado, incluido el poder judicial, lo que es gravísimo, y que ha judicializado la política y criminalizado a sus opositores políticos. Y si a aquello le agregamos una oposición atemorizada, desunida, sin ideas ni líderes, el cuadro no podía ser más desalentador. Así está la democracia boliviana hoy, caballo (Constitución) y jinete (gobierno) diseñados el uno para el otro, cabalgando en la bruma sobre un terreno desértico, dócil y amedrentado.

Esta democracia tiene, sin embargo, una salvedad importante: la firme intención de incorporar a la vida institucional del país a grandes sectores de la población, especialmente pobres, marginados por la torpeza miope de todos los regímenes anteriores. Lo que no está claro es si el camino adoptado es el adecuado.

La herida mas profunda que nos está dejando este binomio caballo-jinete, es un racismo que, como en ninguna otra parte en el mundo contemporáneo, otorga privilegios en atención a consideraciones étnicas, lo que derivará en desigualdades terribles y una segura ingobernabilidad.

Esta democracia está gestando la criatura de su destrucción como sistema, su nombre de pila es “control social,” que nadie sabe cómo se elige (los “movimientos sociales” del MAS) pero que tiene competencias constitucionales más amplias que los poderes formales del Estado, como la participación en el diseño de las políticas de Estado, la injerencia directa en todos los niveles de gobierno, “la construcción colectiva de leyes” y, por último, entre otras atribuciones poderosas, la solicitud de revocatoria del mandato de las autoridades democráticamente elegidas.

Esta democracia tiene además el instrumento para amedrentar y paralizar las actividades privadas que quiera. El caballo habilita a su jinete a intervenir en las cadenas productivas de todos los recursos naturales (donde no se pueden repatriar utilidades) y de todos los bienes y servicios, incluida fijación de precios de comercialización. En definitiva, se han recolectado cuidadosamente todos los instrumentos que con eficiencia han desalentado la inversión nacional y extranjera en otras latitudes. Lo que no está claro es cómo luchar contra la pobreza al margen de los empleos que genera el narcotráfico.

Esta democracia ha inventado, además, una novedosa como paradójica forma de Estado: autonómico centralista, por cuanto si bien tiene un diseño institucional autónomo aceptable, ha establecido un régimen de competencias centralizado como pocos en el mundo, con 83 competencias asignadas al nivel central de gobierno. Es un modelo perverso de cinco niveles de gobierno (otra novedad mundial), que con su Ley Marco ahogará a las entidades territoriales que serán “autónomas” de mentira.

Finalmente la justicia comunitaria, como la plantea el binomio, está haciendo carne en la venganza política y abriendo caminos para la impunidad delincuencial. Mientras se tolere que so pretexto de “usos y costumbres” se violen derechos humanos sostenidos universalmente, no habremos salido de la época de la barbarie.

El que cree que lo anterior no afectará, tarde o temprano, negativamente su vida, está equivocado.



Leer más: http://eju.tv/2010/07/cmo-est-hoy-la-democracia-en-bolivia/#ixzz0uTJtQIPk

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